Manuelita retratada por Prilidiano. Estudio antropométrico de Manuelita Ortiz de Rosas. En 1851 Prilidiano pinta a dos mujeres: a su prima Magdalena Costa Ituarte Pueyrredón, a la cual corteja y pide en matrimonio, siendo brutalmente rechazado por la bruja de la madre, que manejaba a la perejila de la hija. Prilidiano deja inconcluso el retrato de su amada y queda resentido para siempre. Pinta también a Manuelita, hija del Restaurador y amiga de la infancia. Gracias a la tecnología aportada por los sabios de la Provincia de Buenos Aires, reunidos en el Instituto de Rayos Catódicos, los monos putativos, seres nacidos de las sucesivas cópulas entre el Mono Transparente y la Secretaria del Culo Perfecto, han logrado poner a la vista de todo el mundo el pluscuamperfecto cuerpo de Manuelita. El estudio antropométrico del cuerpo de Manuelita demuestra que tiene desde la coronilla de su graciosa cabeza hasta el delicado talón, nunca visto desnudo por nadie por supuesto, seis cabezas y media, una arriba de la otra; en realidad si medimos a la punta del pie visible llegamos a las siete cabezas. Esas siete cabezas son las relaciones proporcionales que eran reservadas en el mundo griego a las mujeres perfectas, siete cabezas de cabo a rabo, una cabeza entre pecho y pecho, una cabeza desde la base de los pechos hasta el ombligo y otra cabeza desde éste hasta la división de laspiernas. “Draperie moulliée” (ropas o trapos mojados) era llamada la ropa insinuante que se modelaba encima del desnudo ya terminado. Los griegos pintaban las esculturas de mármol, hay 49 copias de la Afrodita de Cnido, pero eran copias a compás, porque no se hacían copias con moldes directos dado que las esculturas estaban policromadas. El traje que viste de Manuelita no es una “draperie moulliée”, es una taza o flor invertida que oculta, pero deja bajo sí en libertad al cuerpo de la dama. El traje tiene una dimensión erótica por el color punzó y por esos moños enormes, que dan lugar a la noción de cerrado y prohibido e inflaman aún más el Deseo del mirón. El largo del vestido y el miriñaque agregan un elemento de imposibilidad sexual, al no tener posibilidad de penetración, ni siquiera visual. El miriñaque tiene un parentesco con el cinturón de castidad, es una primera barrera de contención. La mano izquierda que reposa en un mono putativo, en la imagen lograda con rayos catódicos señala una cartita que ella le deja para que el Tatita se ocupe de un asuntito. Manuelita es una protoEvita, interviene ante el General Restaurador de las Reglas. Es la parte buena del machote fuerte, el General generalote. Hasta Mariquita Sánchez de Thompson por el primo matrimonio y Sánchez de Mendeville por el secondo, la reconoce cautiva del Padre en estas líneas:
“Dime, ¿qué es de Guido? Y ¿Cómo se ha quedado Agustina (Ortiz de Rosas de Mansilla)
con la llegada de Lucio? (Lucio V. Mansilla, autor de Una excursión a los indios ranqueles, al final de la cual intercambia su poncho con Marianito Rosas, cacique adoptado por Rosas)
¡Qué mundo¡ ¡Pobres madres¡ ¿Qué es de Manuelita? ¿Creerás que pienso mucho en ella? ¿Creerás que la quiero? ¡Pobre joven, que ha pasado por tantas penas¡”. Ay, ay, ay, Mariquita la quilombera, el primer matrimonio con un inglés que supo defender Buenos Aires, Alter Ego de la Prefectura Naval Argentina, para casarse con él, que además era primo, recurrió al Virrey Sobremonte al oponerse sus padres al matrimonio y les dobló el brazo y se casó, y para el segundo matrimonio al enviudar, el Cónsul francés, el apoyo a las intervenciones galas, el destierro y la separación postrera. Gran amiga de mi “tatita”, Mariquita la quilombera. Las cartas de Mariquita son buenísimas, eran las cartas, la red social de la época. Dicen los monos putativos que el miriñaque de Manuelita era de puro oro, esa debe ser la explicación de los 48 años que se pasó en Inglaterra sin laburar la Manuelita, aunque también es cierto que su esposo Terrero estaba bien forrado y se compraron las tierras de Rosas incautadas, algo de eso hay, el Restaurador tuvo que entregar su pieza más querida para llegar al final con la dignidad bien Restaurada.
La Manuelita en nalgas.
Una delicada porcelana.
Su piel suave como algas
y la pelambre casi de lana.
Son las joyas, de capangas
y la pose, de la poderosa
hija del Padre de la Rosa.
Por eso si sigo, voy en cana.
Y dirán: ¡Que no te salgas,
artista dado a la macana¡
Análisis, acuarela y verso: BB