En esta imagen de interpretación obvia, pueden darse cuenta de la voluntad investigativa que tiene el Mono Transparente, ninguna, absolutamente ninguna, disfruta de la selva como buen mono que es y desaparece de tan transparente que es, en las aguas transparentes de Paraty. Este Mono además de libertino, es cada vez más insolente y goza de una autonomía que asusta. Deberé hablar con los sabios bonaerenses del Instituto Provincial de Rayos Catódicos, para saber si ellos pensaron al crearlo como eliminarlo, por si se transforma en un peligro y desordena el horizonte simbólico de los argentinos. Aunque debo reconocer que analizando la obra del gran pintor estadounidense Edward Hopper, supo señalar la importancia que en su obra, tienen los culos en un primer grado, las tetas en segundo grado y tal vez el crimen en un tercer grado. A raíz de esa ausencia indisciplinada debo apelar a la Autobiografía de mi disoluto Tatita, el poeta Carlos Guido y Spano, compañero de correrías de Prili:
“Llego a Río de Janeiro. (1840) ¡Salve, románticas montañas, ondas apacibles, islas pintorescas, donde durante la friolera de unos diez años, corriendo la gandaya, debía deliciosamente holgazanear¡ ¡Si yo fuera pintor¡ ¿Más qué pincel pudiera reproducir la agreste hermosura del paisaje, el verde y fresco panorama que se te presenta a la vista? Allí, la gracia de las líneas, la suavidad de los contornos, las elegantes ondulaciones del terreno; allá, abruptas peñas que semejan toscos menhires cubiertos de hepáticas y anémonas, piedras druídicas, fantásticos dólmenes. Al lado de un lago, un arrecife. Valles recónditos, colinas coronadas de palmeras no menos esbeltas que las de Idumea o Tadmor….”
Es de hacer notar que el primer deseo que expresa querer ser, es el de ser pintor y lamenta no serlo y trata de serlo describiendo con poesía sublime la belleza natural de Río y reconoce la pachanga de 10 años que se pasó, el disoluto de mi tatita, además conoce a Prili que estudia pintura en la Academia de Arte de Río, fundada por la misión francesa convocada por Pedro II y sigue: “ Vivísima impresión experimenté al contemplar el cuadro del cual solo he trazado aquí el pálido bosquejo. Para animarle sería menester usar los tonos enérgicos, las cálidas tintas de los pintores venecianos, y pedir a la poesía oriental la brillantez de sus imágenes.(Otra vez equipara las imágenes visuales con las poéticas) Desde luego, juré tácitamente a los Dioses, no hacer de allí adelante nada más que admirar la obra supremas de sus manos. Nunca juramento alguno fue cumplido con más fidelidad. ¡Qué vagar por aquellos matorrales¡ Qué bañarme en los torrentes! Qué hartarme de naranjas, de paltas, de cambueás, de cayús astringentes que me fruncían la boca. Te puedo asegurar que viví largo tiempo como un mono, solo en la espesura, alimentándome de fruta. No por carecer de otros regalos; podía encontrarlos en mi casa, en donde había cierto fasto propio de la alta posición de su jefe. A más, andando el tiempo, y rayando ya la juventud, de vuelta de mis excursiones montesinas, frecuentaba yo la mejor sociedad, de que era núcleo principal el Salón de mi madre, asistiendo con frecuencia a las tertulias, los bailes, los espectáculos públicos. Empero a todo prefería el ir a divagar solitario en el fondo de las misteriosas florestas…”.
“Tentado estoy de hablarte de mis ensueños juveniles, de la exuberancia de sentimiento y de savia que sentía bajo aquel clima ardiente, de mis paseos por el río, amaneciendo en algunas de esas islas desparramadas como esmeraldas en el azul del mar, y casi te cuento algunas de mis aventuras novelescas. Te diré que en Río de Janeiro, a los veinte años, se ama como en ninguna parte. Aquel sol, aquellas dulzuras tropicales, los vivos perfumes de los montes, las excitantes exhalaciones del ubérrimo suelo, las voluptuosas armonías del cielo y de la tierra, te impregnan hasta el alma, y ésta, templada a las vivas emociones, a los éxtasis paradisíacos, siente la necesidad imperiosa de idolatrar a todas las mujeres”.
El disoluto de mi Tatita cultivó su natural lascivia, su gula, su ebriedad, sus tendencias libertinas, sus capacidades seductoras y manipuladoras para fascinar y morder y comer la fruta deseada, en Río de 1840 a 1850, coincidió con Prili tres años, la Tesis medio embarazosa que comienza a develar el Mono Transparente complica a Prili y a Tatita, porque a ambos le gustaba la festichola. A Prili la festichola y la pintura y las estudiabas, a Tatita la festichola, la lectura, la poesía, y las practicaba, era políglota, se leía todo y era hermoso. Algo debe haber pasado para que el nombre Pueyrredón no sobrenade nunca la memoria de Tatita.”Casi te cuento algunas de mis aventuras novelescas”. No las contó. El Mono sabe algo.
Acuarela y texto: Alfredo Benavidez Bedoya. Derechos reservados. www.elmisteriodeprilidiano.blogspot.com