“El Mono transparente en Paraty luego de su baño matutino.”. Acuarela a pincel y lápices acuarelables, el mono está dibujado aparte en un calco, calcado sobre la acuarela con carbónico negro y retocado con birome negra y lápiz acuarelable. Medidas: 30 cm x 22 cm. Papel Fabriano. 200 gramos.
En esas deliciosas aguas donde bañaba su anatomía, el Mono transparente se dio cuenta porqué estaba allí, su conocido olfato y la lectura de los protones, neones, perones o como se llamen esas partículas inmundas y enanas, que componen la materia física amasada por Prili para pintar y que mantienen recuerdos y vivencias y ocultas intenciones del Autor, con todo esto confirmó lo que suponía: en Paraty, Prili había cometido una felonía. En la antigua Paraty, pues Pedro II construyó la que conocemos en 1844 cuando Prili ya se había ido. Construyó la nueva sobre la vieja, conservando el estilo colonial, porque Paraty estaba en un momento de explosión industrial al tener 250 trapiches que producía el mejor aguardiente de caña, la cachaza, con la que se ponía en pedo la negrada y ya mamada, no se comían crudo a Pedrito el Emperador de las bananas ilustradas. Dicen que toda la población de Paraty vivía completamente en pedo, pues en los trapiches se regalaba de la buena y entre tanta fiesta se formó un puterío notable, atracción segura para los disolutos de mi Tatita y Prili. (Sigo sospechando que el Mono Transparente me está tendiendo una trampa).
La distribución nacional de la droga proletaria y esclavista, la cachaza, se llevaba a Rio por mar en goletas, dado que eran 150 kilómetros pero el accidentado terreno impedía aún trazar caminos y desde Río al interior y hacia todo el litoral atlántico con similares goletas o escunhas que llevaban barriles hasta en la cubierta. Cuando descargaban en Río y volvían a Paraty, , tenían que llevar lastre para navegar y los pasajeros no venían mal. Con buen viento se llegaba en el día, la estadía era barata, la vuelta más cara, peligrosa e incómoda, pero todo se soportaba se uno era muchacho, tenía un papá prócer con platita, y podía vivir una semana en el Paraíso bacanal de Paraty, bacanal en el correcto sentido del término digo. En la Revista de Buenos Aires Nro.: 75 del año 1869 se confirman mis dichos sobre Paraty como puerto comercial: el Virrey Arredondo en su informe final dice en 1793: “ consiguiente a esto se presentó el 26 del mismo diciendo, que en las balizas de este Río habían fondeado las lanchas de Aguirre y Cordero, conduciendo 1710 rollos de tabaco negro que habían recibido de cuenta del expresado Romero de la carga del buque portugués “San Joseph” procedente del puerto de Parati (SIC); cuyo buque había entrado en Montevideo conduciendo negros, pertenecientes a varios portugueses en virtud de la facultad que S. M. tiene concedida para el efecto. Expuso igualmente que esta partida de tabacos era la que esperaba dentro de un mes de Río de Janeiro; en cuya inteligencia suplicó se diesen las providencias oportunas con concepto a lo mandado por Decretos de 20 y 27 de septiembre…” Es muy interesante el caso, confirma el comercio de negros y tabaco negro retorcido (sería todo tabaco o habría chamico al que los negros le decían pango) desde Río de Janeiro a Paraty, Montevideo y luego a Buenos Aires.
Arminda D´Onofrio, historiadora y sacerdotisa Vestal del Templo de Prili, en su tarea de “enaltecer al hijo del prócer y por qué no un poco prócer y por tanto pueda yo historiar a alguien que valga la pena”, el texto entrecomillado es una intervención directa del alma de la difunta autora idólatra. La citada autora, con su alma aún en pena por exagerar y guardar lo incorrecto bajo la alfombra de la Sala Principal, nos relata de una fuente difícil de encontrar (Revista Literaria. Buenos Aires julio de 1874), donde el hermano mayor de tatita, José Tomás, llamado como el papá prócer y que sería mi tío tatita, relata pormenores correctos de la vida en Río de Janeiro en esos años. Pero si lee la Autobiografía de Tatita verá la otra parte, la incorrecta. De todas formas lo que aporta Santa Arminda fortalece la Tesis del inmundo Mono Transparente. Es muy probable, dada la inclinación libidinosa de Tatita y la perversión de la conducta libertina de Prili. Conducta que fue objetada por el propio Eduardo Schiaffino según la vestal Arminda, que decía de Prili, Don Schiaffino?, por qué dudaba de la moral de Prili y los Calzadilla?. Justamente Don Schiaffino, al que mi otro tatita Vicente Ferrer Demaría lo agarró metiendo la mano en la lata varias veces y lo denunció a distintos Ministros de Instrucción Pública, como Joaquín V. González y Rómulo Naón, el cual lo terminó echando. Tengo seria documentación respaldatoria y pienso hacerle una denuncia por malversación de fondos públicos y enriquecimiento ilícito, ya tengo un abogado que me patrocina, bueno, me dijo: “si necesitás algo llamame”, le parecerá bien representarme para meter en cana un fantasma?. Ese Señor Schiaffino se hacía pagar con fondos públicos su departamento en el Bon Marché, en el tercer piso y vivía aparentemente con el Secretario Perpetuo del Museo Nacional de Bellas Artes, el Sr. Díaz Romero. El que lo cubría cuando se rajaba a Europa con todo el alquiler del año del Museo que retiraba junto a principio de año, además de los jugosos fondos que le daba el Congreso para que fuera a comprar réplicas de yeso del Arte Europeo. Tengo todo documentado. Tengo más pruebas en contra de Schiaffino que las que tiene el Amado Vice Presidente.
Volviendo a la investigación del Mono Transparente, es pertinente agregar estas líneas de mi Tatita: “ Cuando se me nombraba era únicamente por mi nombre de pila, Carlos, manera familiar y simpática que bastaba a designarme sin necesidad de apellido. Antes de hablarnos en las tertulias con las niñas de ojos dulces y negros que están diciendo “nos morimos de amor”, ya éramos conocidos, y a las dos palabras se trababa la inocente amistad ¿?, emanada de aquellas almas puras con la suavidad de un perfume.. No te puedes imaginar mi poder de ubicuidad. A cinco leguas a la redonda, en todas partes de los primeritos. Yo en las fiestas de tradición popular, en las romerías, en las carreras, en los paseos, en las salas de esgrima, en los saraos, en los conventos, en los cuarteles, en las cárceles, en los barcos, en los bailes de candil, ¡qué sé yo¡… El único sitio donde no puse los pies fue en el Palacio del Emperador. Mi padre quiso presentarme alguna vez; mas para asistir a las recepciones de Su Majestad se necesitaba un uniforme, y la costumbre de los que no le tenían era llevar casaca de terciopelo verde y calzón corto de lo mismo. Resistiendo las instancias paternas, declaré terminantemente que no consentiría jamás en presentarme en público vestido de cotorra”. Bravo, Tatita, lástima que unos años después te echaron casi a patadas del Brasil y vos suplicabas que te dejaran quedarte, porque la estabas pasando bombas y bombiñas.
Acuarela y texto: Alfredo Benavidez Bedoya. Derechos reservados.
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